En anteriores post comentábamos la importancia de una salud intestinal y de un equilibrio microbiano y el impacto que ésto tenia en nuestra salud metabólica.
Hoy quiero hablaros de la importancia y la relación bidireccional que existe entre tejido muscular y salud metabólica.
Como ya sabemos el músculo no sólo juega un papel fundamental desde un punto de vista mecánico o estético, sino como biomarcador de salud clave.
La expresión de determinados factores hormonales desde el músculo (mioquinas) y su comunicación con diferentes tejidos u órganos ofrecen al músculo un papel protectivo y regulador.
Se ha demostrado que el músculo esquelético tiene la capacidad de expresar varias mioquinas que incluyen tales como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), interleucina 6 (IL-6), IL-8, IL-15, IL 17, IL-10, IL-1RA, LIF, irisina y muchas otras moléculas..
Podemos resumir los efectos inmunometabólicos y reguladores de las principales mioquinas a diferentes niveles de actuación:
- Mioquinas que estimulan el crecimiento muscular, activando vías de señalización anabólicas
- Mioquinas que regulan el metabolismo mejorando la sensibilidad a la insulina muscular, estimulando así la absorción de la glucosa
- Movilización de sustratos extracelulares, y mejora de la sensibilidad a la insulina en el tejido adiposo e hígado
- Regulación del metabolismo de la glucosa en el hígado y la oxidación de los ácidos grasos libres (FFA) en los adipocitos
- Apardeamiento de los adipocitos blancos en adipocitos “beige”
- Otras muchas acciones
Hay una creciente evidencia científica de que el ejercicio realizado con regularidad, especialmente ejercicios de fuerza, es una terapia poderosa contra la progresión de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas, los trastornos psiquiátricos y las enfermedades pulmonares crónicas (Pedersen y Saltin, 2015).